CONÓCETE A TI MISMO


Según cuenta un antiguo relato japonés, un belicoso samurai desafío en una ocasión a un maestro zen a qué explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el monje respondió  con desdén: "No eres más que un patán. !No puedo perder el tiempo con individuos como tú!".
 Herido en lo más profundo de su ser, el samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó: "Podría matarte por tu impertinencia".
"Eso", repuso el monje con calma, "es el infierno".
 Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el samurai se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al monje la lección.
 "Y eso", añadió el monje, "es el cielo".

 El súbito despertar del samurai a su propia agitación ilustra la diferencia crucial  que existe entre quedar atrapado en un sentimiento y tomar conciencia de que uno es arrastrado por él. La frase de Sócrates "Conócete a ti mismo" confirma ésta piedra angular de la inteligencia emocional: la conciencia de los propios sentimientos en el momento en que se experimentan.

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